El suministro de energía en los países en desarrollo a menudo se caracteriza por la falta de confiabilidad y la ineficiencia, lo que genera costos de interrupción para las empresas, y para la economía en general.
La extensión de los cortes de energía en la región centroamericana es más significativa en comparación con otras regiones geoeconómicas. Si bien, por lo general esto es una regla, las redes eléctricas de los países desarrollados no están excluidas totalmente de estos hechos, aunque, al ser más robustas y estables, los sufren menos.
El 7 de julio de 2021, un apagón masivo interrumpió el servicio de electricidad en la región centroamericana, afectando en mayor medida a Honduras y Nicaragua, y provocando por ello una pérdida económica de alrededor de $18.2 millones.
El director del Ente Operador del Mercado Eléctrico Regional (EOR), René González afirmó que “más de un tercio de la demanda de energía eléctrica de la región centroamericana fue afectada”, esto es, cerca de 15 millones personas, de las 50 millones distribuidas entre los siete países del istmo.
Valor perdido debido a cortes eléctricos (% de ventas para empresas afectadas). / Datos del Banco Mundial.
Los cortes de energía afectan a todos los sectores de un país, desde los hogares pequeños, hasta las grandes fábricas y plantas industriales. Además, obstaculizan gravemente la actividad comercial, y la economía en su conjunto.
Guatemala ha invertido considerablemente en el desarrollo de su infraestructura eléctrica, tal es el caso de empresas como Trelec, EPR, o Trecsa, que opera y construye el Plan de Expansión del Sistema de Transporte de Energía, PET-01-2009, en distintas áreas del país como: Escuintla, Sacatepéquez, Chimaltenango, y Huehuetenango.
Específicamente para Guatemala, y según un estudio de la firma Central American Business Intelligence (Cabi), la obstaculización a la inversión en el sector de la electricidad ha significado que se pierda en el país la oportunidad de generar hasta un 4% del PIB acumulado del 2012 al 2019.
Esto significa que al no ejecutarse los proyectos en el tiempo estimado, la red eléctrica sigue siendo vulnerable a los apagones y cortes, cuestión que se suma a la debilidad del sistema interconectado de la región.
En la mayoría de los casos, se requiere un enfoque a largo plazo para mitigar las consecuencias adversas de una infraestructura eléctrica poco confiable, a través de considerables inversiones de capital en el sistema eléctrico. Asegurar inversiones oportunas en la infraestructura del sistema eléctrico es la solución, y ello significa apoyarse en el trabajo de las empresas del sector para poder fortalecer el servicio, pero para alcanzar ese objetivo es necesario no interrumpir el trabajo de las mismas.
Los países que han logrado entrar a las primeras economías del mundo tienen algo en común, y es que han invertido mucho en el establecimiento de la infraestructura básica de la electricidad, desde su generación, hasta su transmisión y distribución.